Luz, propósito y contención: una vivienda elevada sobre los jardines de Viveros.

OBJETIVO DEL PROYECTO.

En lo alto de una sexta planta, con vistas privilegiadas, se despliega esta vivienda concebida como un refugio contemporáneo donde cada metro cuadrado ha sido pensado con precisión milimétrica. Se trata de una obra nueva con un planteamiento inicial condicionado por proporciones retadoras: un salón estrecho y longitudinal, una cocina abierta y una carencia de espacio de almacenaje en toda la vivienda. El encargo supuso un ejercicio de síntesis funcional y estética. Los propietarios soñaban con un hogar que respirara amplitud, calma y naturalidad, pero sin renunciar a una gran mesa de comedor ni a soluciones de almacenamiento generosas. Bajo estos requisitos, se desarrolló un proyecto íntegramente a medida, donde la arquitectura interior cobra un papel protagónico.

ESTILO Y ENFOQUE DEL DISEÑO.

Armonía Cálida: La sofisticación de lo esencial.

En esta atmósfera serena y meticulosamente compuesta, la calidez de la madera natural dialoga con la suavidad de los textiles en tonos neutros, evocando una sensación de equilibrio, contemplación y relajación. La estancia, concebida bajo la filosofía del diseño Japandi con matices mediterráneos, revela una narrativa visual que enaltece la belleza de lo simple y lo artesanal. El revestimiento de roble claro enmarca la chimenea de bioetanol y el televisor, convirtiendo el módulo central en una escultura funcional iluminada sutilmente por líneas LED, que refuerzan la verticalidad y profundidad del espacio. Cada detalle — desde las fibras naturales de las lámparas suspendidas hasta los elementos decorativos de cerámica— ha sido seleccionado con precisión para potenciar una estética relajada pero sofisticada.

El comedor, dispuesto como una acogedora esquina social, se baña en una luz cálida que emana desde el perímetro, invitando a la conversación íntima y pausada. La gran bancada de 210 cm, no solo es funcional, sino que permite un gran almacenaje. La vegetación interior y los reflejos dorados en los espejos suman capas de textura y vitalidad, sin romper la serenidad cromática. Este interior no sólo es un refugio estético, sino un manifiesto de cómo la arquitectura emocional puede transformar los espacios cotidianos en experiencias sensoriales.

Umbral con intención: funcionalidad integrada en clave cálida.

El acceso a la vivienda, resuelto a través de un hall largo y en penumbra, se transforma en una antesala con carácter, concebida no solo como zona de paso, sino como primer gesto de hospitalidad.

La intervención parte de una mirada funcional y estética a partes iguales, donde cada elemento responde a un propósito preciso. Una banqueta exenta, ligera y móvil, permite acceder con facilidad a un gran panel de madera de roble con sistema push, tras el cual se ocultan discretamente todas las cajas eléctricas de la vivienda. Este gesto, aparentemente técnico, se convierte en una solución elegante que resuelve las necesidades invisibles del hogar sin comprometer su armonía visual. Sobre la banqueta, una composición de percheros aporta versatilidad y orden, permitiendo colgar bolsos y abrigos al llegar. A medida que se avanza, el recorrido se ilumina con estantes de roble retroiluminados, que aportan profundidad y calidez al conjunto.

En la parte inferior, cajoneras revestidas en mimbre natural añaden textura y un guiño a la tradición artesanal, manteniendo el lenguaje sereno y orgánico que define todo el proyecto. Este recibidor no solo acoge: insinúa, anticipa y revela, desde el primer paso, la intención de un hogar pensado al detalle.

Dormitorio esencial: una oda al descanso natural.

Este dormitorio encarna la pureza del diseño cálido y funcional, donde la neutralidad cromática no es sinónimo de vacío, sino de equilibrio emocional. Enmarcado en una paleta de tonos tierra, arenas suaves y matices naturales, el espacio propone una experiencia sensorial pensada para el descanso profundo y el recogimiento cotidiano. La pieza central —una cama generosa vestida en lino y algodón texturizado— reposa sobre una base de madera que abraza el cabecero, retroiluminado con una línea de luz cálida que potencia la sensación de profundidad y sosiego. Suspendidas a ambos lados, dos luminarias de vidrio esmerilado descienden con delicadeza, aportando ritmo visual y un halo intimista que enmarca la simetría de las mesitas flotantes, fabricadas en roble natural.

A los pies de la cama, una alfombra de fibra vegetal añade textura orgánica y continuidad con el pavimento porcelánico efecto madera, reforzando la conexión con la naturaleza. Sobre el muro principal, dos composiciones textiles abstractas acompañan la escena sin imponerse, reforzando la atmósfera de contemplación silenciosa.

Ternura funcional: el lenguaje del diseño en clave infantil.

En este dormitorio infantil, la delicadeza se traduce en diseño. Lejos de los excesos visuales o cromáticos, el espacio apuesta por una narrativa pausada y poética, donde los materiales nobles, la luz suave y los tonos naturales componen un refugio sereno para los primeros años de vida. La escena se articula en torno a una paleta de beiges, tostados y cremas, matizada por un papel pintado con motivos orgánicos sutiles que evocan pequeñas ramas al viento. El mobiliario, de líneas redondeadas y vocación artesanal, refuerza la atmósfera amable: una mecedora blanca de inspiración vintage invita al descanso del adulto, mientras la cuna de ratán sobre ruedas rescata la memoria de lo hecho a mano. La cómoda blanca con tiradores de madera natural, coronada por un cambiador en fibras vegetales, responde con discreta eficacia a las necesidades funcionales del día a día. Luminarias de mimbre y rafia, tanto en techo como apliques, envuelven la habitación con un halo dorado, casi etéreo. Todo el conjunto respira calma y ritmo lento, como si el espacio comprendiera, con sabiduría silenciosa, que la infancia también merece ser vivida con belleza.